Rosmones, cosas que hacemos o decimos de las que luego nos arrepentimos... La ira y los enfados, un tema fascinante.
El primer paso para la gestión de la ira o del enfado el ser consciente de ello es fundamental. Para conseguirlo debemos conocer cuales son nuestros indicadores o percibir señales de ira o enfado en otras personas.
No enfadarse nunca no es bueno. La ira o el enfado nos ayuda a proteger nuetros derechos, nuestra dignidad y nos da energía y valentía para enfrentarnos ante peligros e injusticias. La sumisión puede ser el resultado de no enfadarse, indignarse o molestarse.
Lo sano es encontrar un equilibrio entre la violencia y la sumisión, que sería el concepto conocido como asertividad.
Algunos trucos o estrategias:
- Es fundamental al autoconocimiento para saber cuando estamos enfadados y en qué grado para así poder actuar antes de que sea demasido tarde.
- Tiempo fuera: llegar al acuerdo de que si nos enfadamos mucho, mejor dar un tiempo de separación de algunos minutos hasta encontrar la calma.
- Tener claro qué nos relaja y/o distrae: paseo con música, gimnasio y spa, deporte, llamar a algún amigo...
No olvidemos que podemos normalizar un nivel alto de hostilidad en el trabajo (ciertos estilos de liderazgo), la familia o la pareja, y con eso hay que tener mucho cuidado.
AVISO: No olvides que las recomendaciones generales son precisamente eso, y no una intervención individualizada por lo que si estás mal, consulta a un especialista que te pueda ofrecer una solución adaptada a tu problema.
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La ira es destructiva y dañina, pero tambien tiene sus cosas buenas, nos empuja defender nuestros derechos y nos da energía y valentía para luchar contra las injusticias. Conocernos bien para saber en qué grado de enfado estamos y lo que nos relaja, será fundamental para tener un plan de acción preparado y no dejar que la ira no cause demasiados problemas.